En la última audiencia del juicio por la apropiación del hijo de Liliana Pereyra y Eduardo Cagnola la querella presentó las Réplicas a los alegatos de la defensa de Cristina Mariñelarena y José Bacca y de Inés Lugones. Además, el Tribunal fijó el 15 de abril próximo como fecha para conocer el veredicto en un juicio más por la apropiación de uno de nuestros nietos.
En la audiencia de hoy la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, María Inés Bedia, dio a conocer algunos planteos al alegato de la defensa de Mariñelarena y Bacca. En primer lugar, manifestó que una de las consecuencias jurídicas de los delitos de lesa humanidad es que son imprescriptibles, razón por la cual el planteo de prescripción no era procedente. “Se encuentra debidamente probado, que los delitos aquí juzgados son de lesa humanidad y como tales, imprescriptibles”, expresó Bedia. La segunda observación fue con respecto a la sorpresa que la defensa había manifestado al escuchar en el alegato de la querella que los hechos juzgados eran delitos de lesa humanidad: “No comprendemos este planteo. No hubo cambio alguno. Ya en el inicio de esta causa se hizo mención a los hechos juzgados como de lesa humanidad. En la denuncia inicial quedó asentada la posibilidad de que Hilario podía ser hijo de personas desaparecidas”.
Por su parte el abogado de Abuelas, Luciano Hazan, expresó los planteos realizados a la defensa de Lugones, sobre todo en la errónea interpretación del derecho internacional; ya que la defensa de Lugones había expresado en su alegato que un menor apropiado no se encontraba bajo la figura de desaparición forzada de personas. El letrado desplegó la definición establecida por la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas que en su artículo 2 establece: “La privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes”.
Por último, Hazan hizo referencia a la mensuración que la defensa de Lugones había hecho sobre la pena, basándose en los juicios por apropiación realizados ni bien fue restituida la democracia, y negando la historia y jurisprudencia actual en el tema: “Aquí queremos llamar la atención del Tribunal. Fue una falacia lo planteado por la defensa, ya que los fallos citados pertenecen a la época más nefasta de la justicia argentina. Por eso queremos hacer un recorrido por las últimas penas y la historia de la justicia en este tema”. Hazan recordó así la condena a Víctor Rey – apropiador de Alejandro Sandoval Fontana- a 16 años de prisión; la reciente condena a Carlos del Señor Hidalgo Garzón y a María Francisca Morillo –apropiadores de Catalina De Sanctis Ovando- a 15 y 12 años de prisión, respectivamente; las condenas a José Luis Ricchiuti y a Élida Hermann –apropiadores de Bárbara García Recchia- a 13 años y 8 años de prisión; las condenas a Policarpo Vázquez y Ana Ferrá –apropiadores de Evelyn Bauer Pegoraro- a 14 y 10 años de prisión respectivamente y la condena ordenada en la causa Franco en el juicio por el plan sistemático de apropiación de niños, a Azic y Gallo a 14 y 15 años de prisión, respectivamente.
Para finalizar Hazan introdujo la sentencia de la causa Favale, un caso de apropiación por fuera de los delitos de lesa humanidad, en el que la imputada recibió 12 años de prisión. Todos los ejemplos citados estaban muy por encima de las penas que la defensa de Lugones presentó, haciendo un recorte antojadizo por las sentencias más antiguas e injustas de juicios por delitos de apropiación.
El resto de las partes no hicieron declaraciones y el Tribunal estableció un cuarto intermedio hasta el lunes 15 de abril, a las 13, cuando los tres imputados dirán sus últimas palabras. Luego se dará a conocer la sentencia por la apropiación del hijo de Liliana Pereyra y Eduardo Cagnola, que esperamos sea acorde al tamaño del delito cometido.